Un gol en propia en el Coliseum da la victoria al conjunto Colchonero

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El Coliseum Alfonso Pérez fue escenario esta tarde de un partido cargado de tensión y dramatismo entre el Getafe y el Atlético de Madrid, un choque que se mantuvo en el filo de la navaja hasta el último tramo y que terminó decidiéndose por un detalle cruel para los locales. Desde el pitido inicial, ambos equipos mostraron sus cartas: el Getafe apostó por la intensidad y la presión alta, buscando incomodar la salida de balón del conjunto rojiblanco, mientras que los de Simeone intentaban aprovechar las transiciones rápidas y la velocidad de sus hombres de ataque para sorprender. El resultado fue un encuentro trabado, con mucho choque físico, pocas ocasiones claras y un ritmo que mantenía al público expectante, consciente de que cualquier error podía ser definitivo.

La primera mitad apenas dejó oportunidades reseñables, con las defensas imponiéndose sobre los delanteros y los porteros viviendo una tarde relativamente tranquila. En la segunda parte, el guion no cambió demasiado: el Atlético trataba de dar un paso adelante, pero se encontraba con un Getafe ordenado y disciplinado, que cerraba espacios y mantenía la esperanza de rascar un punto ante uno de los grandes de la liga. Sin embargo, cuando el reloj marcaba el minuto 82, llegó la acción que rompió el equilibrio. Un balón colgado al área azulona, aparentemente sin demasiado peligro, terminó convirtiéndose en pesadilla para Domingos Duarte. El central, en su intento de despejar, desvió la pelota hacia su propia portería, dejando sin reacción a David Soria y provocando un silencio helado en las gradas antes de que los aficionados visitantes estallaran en celebración.

Ese solitario gol en propia meta fue suficiente para que el Atlético se llevara tres puntos de oro, reforzando su posición en la parte alta de la clasificación y demostrando, una vez más, que en partidos cerrados la paciencia y la insistencia suelen tener premio. Para el Getafe, la derrota resultó especialmente dolorosa: tras un esfuerzo colectivo encomiable, el equipo vio cómo un error aislado echaba por tierra todo el trabajo realizado durante más de ochenta minutos. La afición azulona, que había acompañado con intensidad, se marchó con la sensación amarga de que el empate habría sido lo más justo, pero también con la certeza de que el fútbol no perdona la mínima concesión.

El choque en el Coliseum dejó claro que la Liga se decide en detalles, y que incluso un despeje malogrado puede convertirse en la diferencia entre sumar y quedarse con las manos vacías. El Atlético celebró un triunfo sufrido, mientras que el Getafe deberá recomponerse rápido para que este tropiezo no afecte a su camino en la competición.