El Estadio de La Cartuja acogió un duelo intenso entre el Real Betis y el Girona que terminó con empate 1-1, pero dejó varias historias que marcarán la próxima jornada. El encuentro comenzó con un Girona valiente, que se adelantó en el minuto 20 gracias al gol de Vladyslav Vanat, aprovechando un desajuste defensivo de los verdiblancos. Ese tanto obligó al Betis a buscar la remontada desde muy temprano, aunque durante la primera mitad los de Míchel se mostraron más sólidos y con mayor claridad en ataque.
En la segunda parte, el Betis dio un paso adelante con la entrada de Isco, que regresaba tras su lesión y aportó calidad y criterio en la circulación. Fue precisamente de sus botas de donde nació el empate: un córner ejecutado con precisión que encontró la cabeza de Dani Gómez en el minuto 75, desatando la euforia de la afición bética y devolviendo la esperanza al equipo.
El tramo final estuvo cargado de tensión, con ambos conjuntos buscando el gol de la victoria, aunque sin éxito. Sin embargo, el momento más polémico llegó en el 90+1, cuando el brasileño Antony fue expulsado tras una acción fortuita pero aparatosa, al golpear con la bota en la cara a Roca. La roja directa significa que se perderá el esperado derbi sevillano de la próxima jornada, un golpe duro para el Betis. Consciente de la gravedad de la situación, Antony abandonó el campo visiblemente afectado y pidió perdón a la afición, un gesto que fue recibido con mezcla de comprensión y frustración.
El empate deja al Betis con la sensación de haber salvado un punto tras un inicio complicado, pero también con la preocupación de afrontar el derbi sin una de sus piezas ofensivas. Para el Girona, el resultado supone un buen botín en un escenario difícil, aunque con el sabor agridulce de haber tenido el partido controlado durante buena parte del encuentro. La Cartuja vivió un choque intenso, con goles, emoción y polémica, que mantiene abiertas muchas historias de cara a la próxima jornada.
