El Celta de Vigo cayó derrotado 3-2 en su visita al Ludogorets en la Europa League, en un partido que dejó claro que los errores defensivos y la falta de intensidad inicial siguen siendo el talón de Aquiles del conjunto gallego. El protagonista absoluto de la noche fue Petar Stanic, que firmó un hat-trick con dos penaltis y un gol en jugada, castigando cada desconexión celeste.
El choque comenzó cuesta arriba para los de Claudio Giráldez. Apenas en el minuto 11, Stanic abrió el marcador desde los once metros tras una falta cometida dentro del área. El Celta intentó recomponerse, pero el Ludogorets mantuvo la presión y, nada más iniciarse la segunda parte, Stanic volvió a aparecer en el 49 para ampliar la ventaja con un disparo certero. La pesadilla se completó en el 62, cuando el mismo jugador transformó otro penalti y puso el 3-0, un resultado que parecía sentenciar el duelo.
Lejos de rendirse, el Celta mostró orgullo en la recta final. Los cambios dieron aire fresco y Pablo Durán recortó distancias en el minuto 70 con un gol que devolvió algo de esperanza. La remontada se quedó a medio camino, pero en el tiempo añadido Jones El-Abdellaoui firmó un golazo en el 90+6 que puso el 3-2 definitivo. La reacción fue valiente, aunque insuficiente para rescatar un punto en Bulgaria.
El resultado deja al Celta con un sabor amargo: la capacidad ofensiva y el empuje en los minutos finales estuvieron presentes, pero la fragilidad defensiva y la falta de concentración inicial volvieron a condenar al equipo. En el nuevo formato de liga de la Europa League, cada derrota pesa en la clasificación única y obliga a los celestes a corregir errores cuanto antes si quieren mantenerse en la pelea por los puestos de playoff.
La lección es clara: el Celta tiene talento y orgullo competitivo, pero necesita mayor solidez atrás y concentración desde el primer minuto. Porque en Europa, los fallos se pagan caros, y Stanic lo demostró con un hat-trick que dejó a los gallegos sin premio en una noche que pudo haber sido diferente.
