El Barça sudó sangre para derribar la garra del Depor Guadalajara en una Copa del Rey de infarto

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Un inicio marcado por la tensión

El duelo en el Estadio Pedro Escartín comenzó con media hora de retraso debido a problemas de seguridad en los accesos. La acumulación de aficionados en las puertas obligó a reforzar los controles, generando un ambiente de nerviosismo que se trasladó al césped. Esa espera convirtió la cita en un espectáculo aún más cargado de emoción, con la grada entregada desde el primer instante.

Las novedades en el once culé

Hansi Flick sorprendió con un once lleno de matices. La gran noticia fue el regreso de Marc-André ter Stegen a la portería, tras semanas de ausencia por lesión, lo que dio confianza al equipo desde atrás. En defensa, Christensen volvió al eje para aportar solidez. En el centro del campo, Fermín López fue la apuesta para dar frescura y dinamismo. Y en ataque, Marcus Rashford arrancó como referencia ofensiva, acompañado por el descaro de Lamine Yamal, cada vez más indiscutible en el esquema blaugrana.

Guadalajara, un rival que soñó con la hazaña

El Deportivo Guadalajara, equipo de Primera Federación, se plantó con orgullo y disciplina táctica. Con un bloque bajo y una defensa férrea, consiguió mantener el marcador intacto hasta el minuto 77. Cada recuperación de balón era celebrada como un gol propio y la grada soñaba con la posibilidad de forzar la prórroga. La resistencia alcarreña fue digna de una noche copera, demostrando que la diferencia de categorías no siempre se traduce en el marcador.

El desenlace blaugrana

El muro se derrumbó con un cabezazo de Christensen tras un balón aéreo desviado por la defensa local. Ese tanto fue un mazazo para los alcarreños, que hasta entonces habían mantenido viva la ilusión. Ya en los últimos compases, Rashford sentenció con un zurdazo tras asistencia de Lamine Yamal, estableciendo el 0-2 definitivo y asegurando el billete del Barça a los octavos de final.

Una noche copera para recordar

El marcador reflejó la superioridad culé, pero también el mérito de un Guadalajara que peleó cada balón y obligó al Barça a sufrir más de lo esperado. Entre el retraso inicial, las sorpresas en la alineación y la resistencia local hasta el minuto 70, el choque se convirtió en una de esas noches que recuerdan por qué la Copa del Rey sigue siendo mágica.

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