San Mamés explotó al 85’: el rugido de Berenguer que tumbó al Atlético

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San Mamés vivió una de esas noches que se graban en la memoria colectiva. El partido entre Athletic y Atlético de Madrid se había cocinado a fuego lento, con tensión en cada duelo, con la grada expectante y con los dos equipos midiendo cada paso. Y cuando parecía que el empate iba a ser el destino inevitable, apareció Álex Berenguer para cambiarlo todo: minuto 85, un disparo seco, un rugido que sacudió Bilbao y un Atlético que se quedó helado.

El encuentro había sido un pulso de nervios más que de ocasiones. El Atlético intentó imponer su control en la primera parte, con Koke y Barrios buscando gobernar el centro, pero el Athletic respondió con presión inteligente y con la energía de un San Mamés que nunca se rinde. Cada balón dividido era una batalla, cada falta un motivo de protesta, y el árbitro Alejandro Muñiz Ruiz tuvo que sacar varias amarillas para contener la intensidad: Gallagher, Jauregizar, Galarreta, Laporte y Koke fueron apuntados en su libreta, reflejo de un choque áspero y sin concesiones.
El gol de Berenguer fue la consecuencia de esa insistencia que el Athletic había sembrado durante todo el segundo tiempo. El equipo de Valverde empujó la línea defensiva del Atlético, obligó a retroceder a los de Simeone y encontró el hueco donde antes había un muro. El disparo del extremo navarro fue un latigazo que no sólo rompió el marcador, sino también la resistencia emocional del rival. San Mamés estalló como pocas veces, consciente de que ese tanto era más que un gol: era un símbolo de carácter.

No faltaron momentos de tensión. El Atlético reclamó alguna acción en el área que no prosperó, y la grada respondió con cánticos que elevaron la temperatura. Simeone movió piezas buscando reacción, pero el Athletic supo cerrar espacios y mantener la calma en los minutos finales. La sensación era que el partido se había decidido en ese instante mágico, y que ya no había vuelta atrás.

Los antecedentes pesaban: el Athletic venía de un golpe duro frente al Real Madrid, el Atlético de un tropiezo en Barcelona. Ambos necesitaban un triunfo para recuperar confianza, y en ese contexto la victoria bilbaína adquiere un valor doble. Fue un partido de orgullo, de resistencia y de un estadio que volvió a ser protagonista. Porque en San Mamés, cuando el reloj marca el 85 y un león ruge, todo puede cambiar.