Aitana Bonmatí acaba de escribir su nombre en mayúsculas en la historia del fútbol al conquistar, por tercer año consecutivo, el premio The Best a la mejor jugadora del mundo, en una gala celebrada hace unos minutos en Doha. La centrocampista del FC Barcelona y de la selección española se impone en la votación y reafirma su dominio en la élite pese a atravesar una lesión que la mantiene alejada del césped.
Una gala con sello español
La ceremonia en el hotel Fairmont de Doha corona a Bonmatí tras imponerse a un podio íntegramente español: Mariona Caldentey y Alexia Putellas son las otras dos finalistas. La votación, como es habitual, integra el criterio de periodistas, entrenadoras y capitanas de selecciones nacionales, subrayando el consenso sobre la influencia total de Aitana en el juego.
Bonmatí no asiste físicamente a la gala debido a su reciente operación por una fractura de peroné, pero su temporada —y su impacto— hablan por ella. Se convierte así en la primera futbolista en encadenar tres The Best consecutivos, consolidando una hegemonía que trasciende resultados puntuales y responde a un nivel sostenido de excelencia.
Un año que la explica
Con el Barcelona, Aitana conquista Liga, Copa y Supercopa, y lleva al equipo a la final de la Champions, donde cae ante el Arsenal. Con España, es subcampeona de la Eurocopa y levanta la Nations League, firmando actuaciones decisivas en partidos de máxima tensión. Aunque no es su curso más laureado en títulos totales, sí lo es en ascendencia competitiva y continuidad, habiendo disputado más partidos que nunca antes de su lesión.
Su impacto no se mide solo por medallas: es elegida mejor jugadora tanto de la Champions como de la Eurocopa, un doble reconocimiento que captura su capacidad de dominar el ritmo del juego y aparecer cuando el fútbol exige detalles. Ese nivel en los escenarios grandes es, en última instancia, lo que The Best premia.
La doble corona y el lugar en la historia
Este The Best llega apenas unos meses después de su tercer Balón de Oro consecutivo, una hazaña que en la historia reciente solo habían logrado Leo Messi y Michel Platini. La doble corona de 2025 refuerza su estatus como referencia global del fútbol femenino, y sitúa su palmarés individual en una dimensión reservada a leyendas: tres Balones de Oro y tres The Best, consecutivos en ambos casos.
Lo más revelador es la coherencia entre premios y juego: Bonmatí no vive del pasado ni de un pico aislado de forma; sostiene un estándar que obliga a redefinir la posición de centrocampista creativa y dominante, con una lectura del espacio que se traduce en control, pausa y puñaladas en el último tercio.
La lesión y el desafío inmediato
Aitana afronta ahora la recuperación de una fractura de peroné que la tendrá fuera durante varios meses. El contexto hace aún más poderoso el mensaje del premio: reconoce el año hasta el límite de su cuerpo, la resiliencia que la lleva a jugarlo prácticamente todo y la calidad que no se resiente bajo presión. Su ausencia en Doha es física, no simbólica: su juego está presente y es concluyente.
La vuelta será un nuevo capítulo: recuperar sensaciones, reengancharse al pulso del Barça y de España, y mantener la vara de medir que ella misma ha fijado. Si algo muestran estos tres años es que su competición más difícil siempre es consigo misma.
Lo que Aitana está cambiando en el fútbol
- La autoridad del medio campo: Bonmatí consolida la idea de que una centrocampista puede ser el corazón estadístico y emocional de un equipo campeón, y además la mejor jugadora del mundo.
- El peso de las finales: Incluso en derrotas, su influencia permanece; su condición de MVP en Champions y Euro certifica que el rendimiento en partidos de verdad define el legado.
- La continuidad como grandeza: Tres The Best y tres Balones de Oro consecutivos no son solo triunfos, son una firma: constancia, lectura del juego y liderazgo competitivo.
Un legado que sigue creciendo
Aitana Bonmatí no solo acumula trofeos: está cambiando la forma en que entendemos el dominio en el fútbol. El tercer The Best no es un premio más; es el reflejo de un estándar que ella eleva de nuevo. Y todavía tiene margen para escribir más capítulos en esta historia.
