El Visit Mallorca Estadio fue escenario de un partido que tuvo todos los tintes de una auténtica crónica futbolera. El RCD Mallorca y Osasuna se enfrentaron esta tarde a las 14:00h en un duelo que arrancó con más tensión que ocasiones, pero que terminó convertido en un espectáculo de goles, nervios y suspense.
El primer tiempo dejó un guion cerrado, con pocas oportunidades claras y un ritmo trabado. El Mallorca buscaba imponerse con su juego físico y balones largos hacia Muriqi, mientras Osasuna trataba de sorprender con rápidas transiciones. La grada esperaba un golpe de emoción que no llegaba en esos primeros 45 minutos.
La segunda parte, sin embargo, cambió radicalmente. En el minuto 62, Vedat Muriqi adelantó a los locales desde el punto de penalti, y apenas cuatro minutos después, en el 66, volvió a aparecer para firmar el segundo tanto. El 2-0 encendió la ilusión de la afición bermellona, que veía a su equipo acariciar una victoria importante.
Pero Osasuna no se rindió. Los navarros, fieles a su carácter combativo, se lanzaron hacia adelante y en el 82’ Raúl García recortó distancias, metiendo presión en el tramo final. El gol fue un aviso de que el partido aún guardaba sorpresas.
Y así fue. En el 90+3, cuando el reloj agonizaba y el Mallorca defendía con todo, apareció Boyomo para marcar el gol que ponía el empate en el marcador. La jugada estuvo rodeada de tensión, con protestas y la incertidumbre de si el tanto sería validado. El árbitro Gil Manzano, tras unos instantes de suspense, dio por bueno el gol, desatando la celebración rojilla y dejando helada a la afición local.
El encuentro terminó con un 2-2 que reflejó la montaña rusa de emociones vivida en Son Moix: la alegría inicial del Mallorca, la reacción de Osasuna y el golpe final en el descuento que convirtió el empate en una gesta para los visitantes. El gol de Boyomo en el último suspiro será, sin duda, la imagen que quedará grabada en la memoria de este partido.
